La Familia 9
Claves para la disciplina y el diálogo con nuestros hijos pequeños - 2da- Parte
¡Cuidado con las respuestas!
“Pero sea vuestro hablar si, si, no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede” (Mateo 5:37).
Muchas veces –en especial las madres por estar tan atareadas – se responde con rapidez ¡NO! ante una solicitud de los hijos.
Se hace con un sentido de autoprotección.
Ante algo desconocido o que me compromete, o a lo que tengo que dar atención, es
más fácil responder ¡NO!, para sacarme el problema de encima.
Sin embargo, los chicos invariablemente nos probarán insistiendo y tratando de conseguir lo que quieren.
Ante eso, muchos padres hacen lo que sus hijos pretenden, contradiciendo su primera respuesta y se justifican diciendo...:
“¡Qué chico este, con él no se puede...!”
Pensemos bien lo que vamos a responder a nuestros hijos; eliminemos el “NI” de
nuestra vida.
“Sea vuestro sí, sí, y vuestro no, no...”.
¡Cuidado con las mentiras!
“Y ésta es la condenación; que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios” (Juan 3:19-21).
La mentira es inadmisible en nosotros y en nuestros hijos. Es una lucha a muerte la que debemos librar entre la verdad y la mentira.
Siempre cumplamos lo que prometemos o advertimos. Si no podemos hacerlo pidamos perdón, (eso no nos deshonra como padres, muy por lo contrario), y demos las razones por lo cual tenemos este nuevo proceder.
La importancia de la disciplina
Somos responsables delante de Dios de aplicarla. Él no nos llamó a ser “populares” con nuestros hijos, sino a criarlos en su santo temor. La obediencia no es algo opcional, sino una exigencia.
“Y te mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios y él no los ha estorbado. Por tanto, yo he juzgado a la casa de Elí que la iniquidad de la casa de Elí no será expiada jamás, ni con sacrificios ni con ofrendas” (1º Samuel 3:13-14).
- La disciplina aparta la necedad de nuestros hijos:
“La necedad está ligada en el corazón del muchacho; mas la vara de la corrección la alejará de él” (Proverbios 29:15).
- La disciplina da sabiduría:
“La vara y la corrección dan sabiduría; mas el muchacho consentido avergonzará a su madre” (Proverbios 22:15).
“El hijo sabio alegra al padre, pero el hijo necio es tristeza de su madre” (Proverbios 10:1).
- La disciplina da descanso y alegría:
“Corrige a tu hijo, y te dará descanso, y dará alegría a tu alma” (Proverbios 29:17).
- La disciplina libra nuestra alma de la muerte:
“No rehúses corregir al muchacho; porque si lo castigas con vara, no morirá. Lo castigarás con vara, y librarás su alma del Seol” (Pr. 23.13-14).
- La disciplina es un acto de amor y debe ser usado como primer y no último recurso:
“El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige” (Proverbios 13:14).
- Debe eliminarse la ira en la administración de la disciplina:
“Castigo a tu hijo en tanto que hay esperanza; mas no se apresure tu alma para destruirlo” (Proverbios 19:18).
“Porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios” (Santiago 1:20).
- La disciplina no se debe postergar cuando es necesaria efectuarla:
“Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal” (Eclesiastés 8:11).
- La disciplina descansa en primer lugar sobre el padre:
“Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo” (1º Corintios 11:3).
“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4).
- La disciplina debe ser efectuada a solas, es necesario cuidar la dignidad de
nuestro hijo.
- El proceso de la disciplina:
- EXPLICACIÓN
- CASTIGO
- ORACIÓN
- PERDÓN
- RECONCILIACIÓN
El aliento y el estímulo, partes vitales en la crianza
Cuando aprobamos a nuestros hijos ellos sienten un respaldo tan grande que los refuerza en su autoestima. Eso afirma los valores positivos de su carácter y es un elemento esencial para que alcancen éxito en la vida.
Es necesario bendecir a nuestros hijos 
“Y le presentaron niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban. Viéndolo Jesús, se indignó y les dijo: Dejad a los niños venir a mí y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía” (Marcos 10:13-16).
Parte fundamental de nuestro sacerdocio como padres es el de la bendición a nuestros hijos.
Cuando los bendecimos en el poderoso nombre del Señor Jesucristo, se los estamos
“llevando a él”.
Por esa razón es que también los presentamos en nuestra congregación y nos alegramos juntos como familia delante de Dios.
El bendecir a nuestros hijos los libera, tranquiliza, resguarda, etc.
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| Abreviaturas de las diferentes Biblias utilizadas:
BAD, Biblia al Día;
BDLA,
Biblia de las Américas;
DHH, Dios Habla Hoy;
NVI, Nueva Versión Internacional;
RVR60, Reina Valera 1960;
BLS, Biblia en Lenguaje Sencillo y
PAR, Paráfrasis de diferentes versiones bíblicas.|